El lunes tuve que firmar los exámenes de Ale del segundo trimestre. Un 9 en lengua, un 9,25 en matemáticas y un 5´5 en conocimiento del medio. Me puse muy contenta porque nos hemos relajado un poco en este segundo trimestre y pensaba que iba a tener unos malos resultados.
Al día siguiente, el martes fui a recoger las notas. No me esperaba un sobresaliente, pero al ver esas calificaciones en los exámenes, al menos en lengua y mates me esperaba un bien. Al final ha sido todo suficiente, salvo inglés que sacó un bien y educación física que ha suspendido la asignatura. Mi decepción fue mayúscula y no pude evitar decirle a la profe que no esperaba esas notas después de esos exámenes. Me dijo que es que él ha sacado eso debido a la ayuda que recibe al realizar las pruebas, y que si tuviera que realizarlas solo no haría nada. (Esto me ha llevado a la idea de hacerle un control en casa de vez en cuando y así hacerle más independiente con las tareas). Me dijo también que ella más que el esfuerzo de solo un día valora el trabajo diario.
Opino y así se lo dije que si se trata de valorar el esfuerzo diario Ale se llevaría la mayor puntuación de la clase, pues trabaja cada día de dos a tres horas, para mi gusto ella valora el resultado. Le planteé el dilema de que pasaría con la asignatura de educación física para un niño que no tuviera una pierna, ¿estaría condenado a no aprobar esa asignatura por no poder hacer el deporte que se le pide o se le adaptarían las pruebas?
Opino que si a Ale se le notara el síndrome que padece sería tratado de forma más condescendiente. Aún así comprendo que el peque se despista mucho y que no tiene interés ninguno por el trabajo en clase y yo eso aún no he sabido creárselo. No obstante estas notas han sido otro mazazo para mí y me vuelve a dejar sin ganas siquiera de intentarlo. Realmente me noto al límite de mis fuerzas.
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