lunes, 6 de junio de 2016

Mal sabor de boca al final de curso.

La semana pasada hicimos el que llamabamos el segundo examen más importante en la vida de Alejandro. Teoría y dictado musical de su curso de primero del conservatorio. Nos hemos preparado muchísimo para esto, hemos dedicado horas y horas, cada día un poco. Iba muy bien preparado o yo lo creía así, dentro de su nivel claro.

Cuando llegamos al examen yo estaba pletórica, sabía que iba a hacerlo bien y además los dictados musicales los hemos practicado en casa y los hacía muy bien.

Sin embargo Ale dicidió no hacer nada. Se sentó delante de su examen, puso su nombre y lo dejó completamente en blanco. En dictado musical ni prestaba atención. Yo lo estaba viendo mientras esto sucedía.


Luego llegó teoría y pasó exactamente lo mismo. Puso su nombre y ya no quiso hacer nada más. Cuando faltaban 15 minutos para irnos decidí levantarme y acercarle al profesor para leerle las preguntas y que este viera que se lo sabe. Contesto algunas preguntas, otra se la dijo una compañera, otra le ayudé yo...

Al final el profesor le ha puesto un 9 inmerecido en teoría y un 1 inmerecido en dictado musical; pienso yo que con la intención de aprobarle.

Ayer hicimos el examen de melódico. También iba muy bien preparado. Virginia, la seño de música del centro de estimulación se ha encargado de ello y yo le he repasado los últimos días y lo veía bien. Pero cuando tiene que decirlo delante del profesor se atasca y da la sensación de que no se lo sabe.

Virginia me ha dicho que baje el ritmo de exigencia.

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