lunes, 19 de septiembre de 2016

A otro ritmo.

Hoy 19 de Septiembre hemos empezado las clases en el conservatorio. Tenemos un profesor nuevo de lenguaje musical. Le he comentado el tema de Ale y que si me dejaba quedarme en la clase. No hizo falta ni terminar la explicación, me dijo que sí. Los niños de la clase no son todos los mismos, algunos faltan, y han llegado otros nuevos, con lo cual otra vez se ponen a mirarme intentando comprender que hace una mujer en su clase llena de niños de 8 y 9 años.

Jesús, el profe, nos puso un cuestionario para saber el nivel de la clase. Ayudé un poco al peque a que lo rellenara sin darle las respuestas, con lo cual hay cosas que dejó en blanco. La letra de Ale no es nada buena y empieza a escribir donde quiere y no en el principio. No pude evitar mirar los folios de otros compañeros y comparar. Me estresa mucho ver que no alcanza el nivel de los demás. Y entonces pensé que no puedo obligar al niño a correr más de lo que él puede. No debo hacer de esto una competición en la que somos los últimos de la clase y por tanto los más frustados. Pensé que quizás a él le vendría mejor que yo tratara de que disfrutaramos más en esas horas en lugar de estar presionándolo para ser lo que no es o no va a llegar a ser. ¿Qué prisa tengo? ¿Qué necesidad de terminar el conservatorio en 4 años solo porque alguien ha decidido que ese es el tiempo que se debe invertir en esos conocimientos? Quizás con mi actitud tan solo voy a conseguir hacer que Ale odie la música, en lugar de disfrutar con ella. He decidido intentar relajarme un poco con él y con ello creo que él será más feliz y yo estaré mejor, ya que esta actitud mía está consiguiendo que él se agote y yo me cargue mi estómago por el estres que yo misma me genero.

Luego fuimos a clase de Carmen a tocar el chelo. Ale en Julio estuvo practicando casi a diario, pero en Agosto no, ya que se fue con su papi y el instrumento se queda en casa. Cuando ha vuelto hemos practicado pero no con la frecuencia que yo habría deseado y pensé que la profe creería que no habíamos ensayado lo suficiente, pero todo lo contrario. Carmen nos dijo que lo veía muy bien y que había mejorado. Reconozco que sus palabras han sido un sunami de aire fresco para mí. Me hace ver que hay que seguir intentando trabajar y que si algún día no podemos no tengo que fustigarme con el sentimiento de la culpabilidad. Espero tomarme este año de una forma más relajada sin dejar por ello de cumplir con nuestras obligaciones; por el bien del peque y también por el mío propio.

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